3

Lo más reciente...

Pratyahara, el retiro de los sentidos

El dolor forma parte de nuestra historia. Solemos tomar contacto con él nada más nacer, nos acompaña toda la vida, y todos quisiéramos que se ausentara en nuestros últimos instantes en este mundo y partir sin él.

Dependiendo de nuestra suerte, podemos enfrentar diversos tipos de dolor, físico y emocional, sin que muchas veces seamos capaces de identificar cuándo es lo uno o lo otro. Esta confusión puede generar un sufrimiento adicional, ya que el dolor físico y emocional a menudo se entrelazan en una danza compleja que impacta negativamente nuestra experiencia vital.

En yoga, el dolor físico y el dolor del alma (o emocional) están profundamente interconectados.

  1. El cuerpo como reflejo de las emociones: Según el yoga y la medicina ayurvédica, muchas emociones no procesadas o reprimidas pueden manifestarse como dolor físico. Por ejemplo, el estrés o la tristeza profunda pueden llevar a tensiones musculares o problemas posturales.
  2. Chakras y energía bloqueada: En el yoga, los chakras son centros energéticos que, cuando están bloqueados, pueden manifestarse como problemas físicos y emocionales. El dolor en una parte específica del cuerpo puede estar relacionado con un desequilibrio en uno de estos chakras. Por ejemplo, problemas en el área del pecho podrían estar relacionados con bloqueos en el chakra del corazón, que se vincula a la capacidad de amar y perdonar.
  3. La conciencia corporal como herramienta de salud: A través de la práctica consciente de yoga, las personas aprenden a escuchar su cuerpo y a reconocer los patrones que están conectados con sus emociones o experiencias. Esta conciencia puede ayudar a reconocer patrones y liberar tanto el dolor físico como el emocional.
  4. Respiración y dolor emocional: El pranayama (control de la respiración) puede ser una poderosa herramienta para calmar tanto el dolor físico como emocional. Cuando el dolor emocional surge, la respiración consciente puede traer calma al cuerpo y ayudar a procesar esos sentimientos sin dejar que se acumulen en forma de tensión física.
  5. La aceptación del dolor: el Yoga enseña que el dolor es parte de la experiencia humana y que tanto el dolor físico como el emocional pueden ser aceptados como oportunidades de aprendizaje. Las posturas «difíciles» nos enseñan a respirar y permanecer presentes.

Es curioso como, en esta relación entre dolor físico y emocional, suceden cosas que parecen imposibles a priori: desde un punto de vista psicológico, el cerebro humano tiene una capacidad limitada para procesar sensaciones y emociones al mismo tiempo. Esto se conoce como carga cognitiva, que es la cantidad de información que el cerebro puede manejar simultáneamente. Dado que el dolor, tanto físico como emocional, demanda atención y recursos cognitivos, el cerebro tiende a centrarse en el dolor más agudo o significativo en un momento dado.

Esto también explica por qué, a veces, cuando experimentamos un dolor emocional profundo, especialmente si no puede ser expresado, el dolor físico puede parecer menos relevante o incluso desaparecer temporalmente incluso habiendo sufrido un traumatismo u otro tipo de eventos que producen dolor agudo.

Existe una práctica profunda que nos invita a explorar esta relación entre el dolor y la conciencia: pratyahara, o el retiro de los sentidos. Esta técnica nos ofrece un camino hacia la salud y el entendimiento de nuestra experiencia de dolor.

Pratyahara: el arte de mirar hacia adentro

«Pratyahara en sí mismo se define como yoga, ya que es la rama más importante del yoga sadhana.

—Swami Sivananda

El pratyahara, el quinto de los ocho pasos del yoga según el Yoga Sutra de Patanjali, es a menudo traducido como el «retiro de los sentidos», nos enseña a retirar nuestra atención de los estímulos externos y dirigirla hacia el interior. Cuando enfrentamos el dolor, ya sea un golpe físico o una herida emocional, a menudo lo primero que hacemos es buscar alivio en el exterior: medicinas, terapias o distracciones como las que contiene nuestro inseparable teléfono móvil y su infinito torrente de contenidos.

Sin embargo, el pratyahara nos invita a hacer lo contrario: mirar hacia adentro y observar.

Esta práctica nos ayuda a reconocer que el dolor no es solo una sensación a la que reaccionamos, sino una experiencia que podemos observar. Al retirar la atención de lo externo y centrarla en nuestra respiración y en nuestro cuerpo, podemos llegar a un punto en el que incluso lo podemos sublimar o transformar.

Observando el dolor físico

Cuando sentimos dolor físico, nuestra tendencia natural es enfocarnos en él, a menudo amplificando su percepción. A través del pratyahara, podemos desviar nuestra atención hacia la respiración, permitiendo que la calma penetre en nuestro ser. Esta técnica nos ayuda a observar el dolor con una mente desapegada.

Imagina estar en una postura de yoga donde sientes tensión en un músculo. O simplemente, aparece una incomodidad o un picor (algo típico e inevitable). En lugar de aferrarte a esa sensación, puedes utilizar el pratyahara para retirarte mentalmente de ella. Respira profundamente y enfoca tu atención en otras áreas de tu cuerpo. Al hacerlo, puedes descubrir que el dolor se vuelve más manejable, ya que no le das el poder de dominar tu atención. Así, el dolor, molestia o incomodidad se convierte en un instrumento que puedes aprovechar para que te enseñe algo -muy importante- sobre tu cuerpo y tus límites.

Abordando el dolor emocional

El dolor emocional es sin duda, más complicado de manejar, ya que a menudo está entrelazado con recuerdos, pensamientos y emociones profundas. Pratyahara nos brinda una herramienta poderosa para manejar la reactividad emocional. En lugar de ser arrastrados por el torrente de emociones negativas, podemos tomar un paso atrás y observarlas.

Esta observación nos permite entender que las emociones son transitorias. Al practicar el retiro de los sentidos, nos distanciamos de la intensidad del dolor emocional. En lugar de identificarnos con el sufrimiento, lo observamos como un fenómeno que surge y desaparece, permitiéndonos una mayor aceptación y comprensión de nosotros mismos.

La teoría es una cosa y la tarea, otra distinta que -la verdad-, no es fácil. De hecho, esta quizá sea la más dificil de cuantas puedes abordar en tu práctica. No siempre es posible observar el dolor, de hecho, ni siquiera a veces somos conscientes del dolor que almacenamos y cargamos. Un dolor que a veces viene acompañado de miedo y por tanto, parálisis y bloqueos.

Podemos practicar mano-pratyahara al retirar conscientemente nuestra atención de las impresiones malsanas cuando estas aparecen. Es la máxima expresión de pratyahara y la más difícil de ejecutar. Si no hemos adquirido el dominio suficiente para controlar los sentidos, los órganos motores y los pranas, es poco probable que funcione. Tal como los animales salvajes, el prana y los sentidos son presa fácil para una mente débil, por lo que en general es mejor comenzar con métodos más prácticos de pratyahara. David Frawley (Yoga International)

Aplicación Práctica

Para practicar pratyahara en la vida diaria, intenta lo siguiente:

  1. Uso del retiro sensorial en el dolor físico: Cuando experimentes dolor, ya sea durante la práctica de yoga o en tu vida diaria, en lugar de resistirlo, observa cómo reaccionas. ¿Tiendes a tensarte o a evitar la sensación? El pratyahara te invita a respirar profundamente, retirar tu atención del dolor directo, y enfocarte en otras áreas del cuerpo que estén más relajadas o en tu respiración. Así, en lugar de amplificar el dolor, comienzas a observarlo sin juicio.
  2. Gestión del dolor emocional: Las emociones intensas pueden abrumarnos y hacernos perder el control. Cuando sientas tristeza, ansiedad o miedo, prueba el pratyahara para retirarte del ruido externo que alimenta esas emociones. Apaga el teléfono, encuentra un lugar tranquilo y dirige tu atención hacia tu respiración. Observa la emoción sin identificarte con ella. En este espacio interno se permite que las emociones fluyan sin dominarte. Es un recurso innato y presente en cada uno de nosotros: Encuentra un lugar tranquilo.Siéntate cómodamente y cierra los ojos.Toma conciencia de tu respiración. Inhala y exhala profundamente.Al notar distracciones externas o internas (dolor, pensamientos), retira suavemente tu atención y enfócala en la respiración.Permanece ahí, observando sin juzgar.

La conexión entre mente y cuerpo

Esta práctica también pone de relieve la conexión entre mente y cuerpo. Cuando retiramos los sentidos del dolor, creamos un espacio interno donde podemos comenzar a encontrar salud. Esta práctica promueve el conocernos mejor, permitiéndonos identificar patrones y respuestas que pueden haber contribuido a nuestro sufrimiento.

En yoga, la respiración es clave en este proceso. Al inhalar y exhalar de manera consciente, anclándonos en la respiración, o mediante técnicas concretas de Pranayama, enviamos señales de calma a nuestro sistema nervioso. Esto no solo alivia la tensión física, sino que también apacigua la mente y construye un refugio en las tormentas emocionales.

La práctica en grupo ayuda a regular tu propia energía a la hora de enfrentarte a esta tarea. Al mismo tiempo, puedes apoyarte en aquellos maestros que, a partir de su propia experiencia, tienen algo que enseñar. En nuestra escuela nos gusta tomar como referencia a nuestro querido maestro Danilo Hernández, quien creo que bien podría traer al caso este ejemplo que nos mencionó en alguna ocasión:

“Es posible que estés ahora sentado leyendo cómodamente y disfrutando de un estado de cierta tranquilidad. Pero quizás sea una tranquilidad muy frágil… Imagina que ahora mismo te comentase una mala noticia o un suceso violento y desagradable. En tal caso es probable que tu tranquilidad se esfumara de inmediato y comenzaras a sentirte incómodo y tenso. Esto indicaría que tu estabilidad mental es más bien superficial y que está a merced de cualquier acontecimiento que se presente. ¿Por qué sucede esto? Sucede porque no hay un estado suficiente de alerta y la mente se identifica con el suceso, provocando una respuesta emocional de incomodidad y tensión. Y esto suele pasarnos muy habitualmente, con independencia de que practiquemos hatha yoga, meditación, o cualquier otra técnica».

En este caso, Danilo, cuando menciona alerta, no se refiere al estado habitual conocido como el estado del cerebro y sistema nervioso en el que estamos dispuestos a reaccionar, atender y catapultar todo nuestro organismo a una acción para enfrentar lo que sucede, sino, precisamente todo lo contrario. Es un estado de «alerta» en el que estamos dispuestos a precisamente lo contrario. Alerta a no estar alerta. Alerta a no reaccionar. Estamos alerta, en una predisposición plena a observar.

Swami Digambarananda (Danilo Hernández) es discípulo de Sw. Satyananda y Sw. Niranjanananda, de la Bihar School of Yoga de Munger (India), y lleva toda una vida dedicada al yoga. Es director y fundador de la escuela Bindu Escuela de Yoga de Chamartín (Madrid) desde hace 40 años. Además, dirige cursos regularmente en otras ciudades españolas y en Sudamérica.

Un ejemplo práctico que podría interesarte es “Radical Acceptance” de Tara Brach: que aunque no es un libro de yoga per se, ofrece una perspectiva personal y práctica sobre cómo aceptar el dolor emocional y físico como parte de la experiencia humana, vinculándolo con la meditación y la atención plena.

Otro gran maestro que no podemos dejar de nombrar: Pablo d’Ors, nos dice:

¿Qué es aceptar? Es respetar y asumir. ¿Qué es respetar? hacerse cargo de lo externo sin intervenir.

Pratyahara ofrece diversas técnicas para preparar la mente para la meditación y protegernos de las distracciones externas que generan dolor o malestar emocional. Es una herramienta valiosa para retomar el control de nuestras vidas y conectar con nuestro yo interior. Por algo los grandes yoguis la consideran “la rama más esencial del yoga”. Todos deberíamos priorizarla en nuestra práctica.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *