
Hay una sabiduría en las manos que han sembrado décadas. Una memoria en las rodillas que conocen el peso de los años. Una historia en cada arruga que el espejo devuelve cada mañana.
A veces olvidamos escuchar.
La segunda primavera
María tiene 72 años. Durante cuarenta años trabajó como bibliotecaria. Sus dedos conocen el tacto del papel, la textura de los lomos de miles de libros. Ahora, esos mismos dedos aprenden a entrelazarse sobre su cabeza en Urdhva Hastasana, las manos al cielo.
«Nunca pensé que podría hacer esto a mi edad», me dice después de su primera clase. Lo que no sabe es que su cuerpo siempre supo cómo moverse así. Solo había olvidado escucharse a sí mismo.
La juventud nos convence de que el cuerpo es un instrumento para conquistar el mundo exterior. La madurez nos enseña que es, ante todo, nuestra casa.
El tiempo es un maestro paciente
Antonio fue contable. Pasó cincuenta años sentado, encorvado sobre números y balances. Su columna se acostumbró a ese arco permanente. Cuando llegó a su primera clase de yoga, arrastraba los pies y miraba al suelo.
Seis meses después, me sorprendo observándolo: está de pie, erguido como un árbol que ha decidido crecer de nuevo. No es más joven. Es más presente.
«Es como si por fin habitara todo mi espacio», explica con una sencillez que esconde la profundidad del cambio.
No se trata de recuperar lo perdido, sino de habitar lo presente con mayor plenitud.
La respiración tiene memoria
Lo que más impresiona cuando trabajamos con adultos mayores no es su capacidad para adoptar posturas –aunque esta sea notable– sino la transformación que ocurre cuando redescubren su respiración.
Carmen, 68 años, exdirectora de colegio, acostumbrada a contener el aire en momentos de tensión, describe la sensación: «Es como si mis pulmones recordaran cómo respiraban cuando era niña. Hay días en que respiro, cierro los ojos y podría jurar que tengo ocho años otra vez, corriendo por el campo».
La respiración es quizás el puente más directo entre lo que fuimos y lo que somos. Entre lo consciente y lo inconsciente. Entre el hacer y el ser.
Más allá de la flexibilidad
El yoga para adultos mayores va mucho más allá de «mantenerse ágil». Esa es apenas la superficie visible de un trabajo más profundo.
Lo que ocurre en cada sesión podría describirse mejor como un diálogo íntimo:
- El equilibrio conversa con el miedo a caer
- La respiración dialoga con la ansiedad
- La atención plena discute amablemente con la preocupación
- La aceptación hace las paces con el paso del tiempo
Luis, 77 años, exprofesor universitario y nuevo practicante, lo resume con claridad académica: «Durante décadas busqué respuestas en los libros. Ahora estoy aprendiendo a formular mejores preguntas, y las formulo con todo el cuerpo».
El sonido del silencio
Quizás lo más valioso que ofrece esta práctica a quienes han vivido más tiempo es algo raramente mencionado: momentos de silencio estructurado.
Después de una vida de ruido –laboral, familiar, social– el silencio que envuelve la práctica actúa como un bálsamo restaurador. No es vacío. Es espacio. No es ausencia. Es presencia.
En palabras de Isabel, 74 años, quien practicó ballet en su juventud: «Cuando estoy en savasana, tumbada al final de la clase, siento que todas las etapas de mi vida están presentes simultáneamente. Soy la niña que fui, la madre que he sido, la abuela que soy. Y todas están bien, en paz».
Una práctica sin fanfarrias
El yoga para esta etapa de la vida no necesita promesas grandilocuentes ni fotografías imposibles. No requiere ropa especializada ni accesorios costosos. Es, en su esencia, un regreso a lo fundamental:
- La dignidad del cuerpo, sea cual sea su estado
- La nobleza de la atención plena
- La sencillez del momento presente
- La alegría del movimiento consciente
Como dice Pedro, 81 años y el más veterano de nuestros estudiantes: «No vine buscando juventud eterna. Vine buscando vivir plenamente. Y descubrí que ese tiempo se expande cuando estoy realmente presente en él».
Un comienzo, no un epílogo
Hay una tendencia a ver la práctica de yoga en la edad avanzada como una especie de epílogo, un suave aterrizaje. Nada más lejos de la realidad.
Para muchos, es un auténtico comienzo. Una nueva alfabetización del cuerpo. Un despertar de posibilidades inexploradas.
Concepción, 69 años, comenzó tras jubilarse como secretaria: «Toda mi vida estuve al servicio de agendas ajenas. Ahora, por primera vez, estoy aprendiendo a escuchar mi propia voz interior. Y resulta que tiene muchas cosas interesantes que decirme».
«El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos» – Marcel Proust
En YUJ ofrecemos clases especialmente diseñadas para adultos mayores, adaptadas a diferentes niveles de movilidad y experiencia. No se requiere flexibilidad previa, solo curiosidad y disposición para escuchar al cuerpo con amabilidad.
Información práctica
Yoga Salud: Prevención y Rehabilitación
Lunes y miércoles, 11:00 – 12:15h
Yoga Salud: Ansiedad e Insomnio
Martes y jueves, 17:00 – 18:15h