Para comprender verdaderamente el yoga y enriquecer nuestra práctica, es importante conocer o incluso adentrarnos en los textos clásicos y conectar con las raíces de esta antigua disciplina más allá del ruido y los adornos de los que el yoga se ha ido recubriendo en la era moderna. Estas obras no solo han definido el yoga a través de los tiempos sino que continúan redefiniéndolo, ofreciéndonos valiosas lecciones sobre su filosofía y aplicación práctica. Explorar esta tarea es el principio de Svadhyaya, o autoestudio, uno de los pilares esenciales de los Niyamas en yoga.
Svâdhyâya
El concepto de Svâdhyâya, que se traduce aproximadamente como «autoestudio», es el cuarto Niyama en el sistema de yoga descrito por Patanjali. Este principio es fundamental para comprendernos a nosotros mismos y a nuestro lugar en el universo. Sri Vinoba Bhave, famoso por su promoción del Movimiento Bhoodan, lo describe como «el estudio de una materia que es base o raíz de todas las demás materias o acciones, sobre la que se apoyan las demás, sin que ella se apoye en ninguna». Este estudio no es meramente académico; es una exploración profunda y espiritual que busca conectar con la divinidad inherente a cada ser y a la creación misma.
Diferente de una clase magistral, donde un experto imparte conocimiento a un público que podría no estar familiarizado con el tema, cuando se practica en grupo, Svâdhyâya es un proceso más íntimo y recíproco. Aquí, no hay distinción clara entre orador y oyente; ambos comparten una sola mente y un respeto mutuo profundo. Este acto de aprendizaje mutuo y respetuoso permite que los pensamientos ennoblecedores surjan naturalmente y se integren en nuestro ser, transformando no solo nuestra mente sino también nuestro cuerpo y espíritu.
B.K.S. Iyengar, en su obra «Luz sobre el Yoga», ilustra este proceso diciendo que quien practica Svâdhyâya no solo lee y escribe su propio libro de la vida, sino que también lo revisa continuamente, permitiendo así un cambio profundo en su enfoque de la vida. Esta práctica nos enseña que el propósito de la creación no es el disfrute egoísta (bhoga), sino la devoción (bhakti); reconoce que cada acto y cada momento de nuestra existencia es una expresión de este propósito divino.
Al embarcarnos en el camino del Svâdhyâya, no solo buscamos liberarnos de la ignorancia y el sufrimiento, sino que también aspiramos a alcanzar un entendimiento más profundo de la verdad. Al conectarnos con la fuente de toda energía y sabiduría a través de Svâdhyâya, nos comprometemos no solo con nuestro desarrollo personal, sino también con el servicio a la humanidad, recordando siempre que «la ignorancia no tiene principio pero tiene fin; el conocimiento tiene principio pero no tiene fin».
Este principio de autoestudio es esencial para aquellos que buscan una vida plena, pacífica y saludable, y para cualquiera que desee explorar las profundidades de su ser y la riqueza de la literatura ancestral. De esta, traemos las tres obras universales más destacadas.
Upanishads
Los Upanishads, parten de la vasta literatura védica, nos enseñan sobre la unión del alma individual con la universal. Nos invitan a entender que cada respiración y cada momento de meditación es un paso hacia la comprensión del Atman (el Ser) y su relación con el Brahman (el espíritu universal). Esta conexión se resume en el conocido mantra TAT TVAM ASI, “Tú eres eso”, subrayando que todo ser humano es esencialmente divino.
Se conoce como Upanishad a cada uno de los más de 200 libros sagrados hinduistas escritos en idioma sánscrito entre el siglo VII a. C. y principios del siglo III a. C.
Los conceptos contenidos en los Upanishads sirvieron como base a una de las seis doctrinas ortodoxas (dárshanas) del hinduismo conocida como vedanta.
El hombre está conectado con la divinidad y puede identificarse con él «a través del hilo que une este mundo con el otro mundo y con todas las cosas». Los Upanishads representan la etapa final de la tradición de los Vedas. La enseñanza basada en ellos se conoce como Vedanta («conclusión del Veda»).
«Hay, hermanos, un estado en el que la tierra, el agua, el fuego y el aire no existen, en el que no hay ni conciencia ni espacio ni un vacío. No hay ni este mundo ni un mundo allende él, no hay el sol ni la luna. No es una llegada ni una ida ni un permanecer inmóvil ni una caída ni un ascenso.
Es el fin de la pena. Es el nirvana.
Hay también, hermanos, lo no nacido, no advenido, no hecho. Si no existiera, no habría refugio de lo nacido, lo advenido, lo hecho.
Es el fin de la pena. Es el nirvana.»
Upanishad Mandukya
«La lectura más gratificante y sublime que hay en el mundo: los Upanishads han sido la consolación de mi vida y lo serán de mi muerte.»
Arthur Schopenhauer
Bhagavad-gītā
Avanzando en el tiempo, el Bhagavad-gītā amplía estos conceptos al presentarse como un diálogo entre el príncipe Arjuna y su guía espiritual Krishna. En el campo de batalla, Krishna imparte enseñanzas que van más allá del mero acto de guerra, introduciendo lecciones sobre el deber (dharma), la devoción y la iluminación. Este texto nos muestra cómo el autoestudio no sólo involucra la reflexión, sino también la acción en el mundo.
Considerado uno de los textos espirituales clásicos más importantes del mundo, recibe también el nombre de Gītopaniṣad (Guita upanishad) y a veces Iogopanishad (Yoga-upanishad), dando a entender así su estatus equivalente al de una Upanishad, es decir, de escritura vedántica. Por formar parte del Majabhárata, se incluye entre los textos Smriti. Sin embargo, al ser también parte de las Upanishads, tiene el estatus de śruti, o ‘escritura revelada’.
Mahabharata
Este texto forma parte del libro VI del Mahabharata, y fue escrito probablemente en los siglos I o II a.C. No se conocen sus autores. Se presenta como un diálogo entre Arjuna y Krisna, en el campo de batalla, justo cuando va a empezar la guerra entre los Pandaras y los Kauravas. El miedo a la batalla inicia un diálogo a través del cual se traza una sinopsis del pensamiento y experiencia religiosa de la India, que aglutina los caminos de la acción, la devoción y el conocimiento.
Este poema consta de 18 cantos (parvas) que contiene unas 100 000 slokas (o 200 000 versos) en idioma sánscrito. Es cuatro veces más extenso que la Biblia y ocho veces más largo que la Ilíada y la Odisea juntas.
Es el segundo trabajo literario más extenso del mundo, después de los Cuentos tibetanos de Gesar (de fines del I milenio d. C.), que contienen más de un millón de versos.
Los versos del veinticinco al cuarenta y dos del sexto libro del: Bishma Parva, corresponden a Bhagavad-gītā y fue probablemente en torno al año 600 a.C., si bien su datación no es exacta, se conviene esa fecha por las menciones a él en las Upanishad Katha y Shvetasvetara y sus referencias al budismo (s. IV a.C.)
No se conoce el autor del Majabhárata. Según el propio texto, fue contado por un mítico escritor llamado Vyasa, quien es uno de los principales personajes dinásticos dentro de ella (aunque no aparece muchas veces durante la historia). El sabio Viasa era abuelo de las dos dinastías protagonistas de la leyenda: los Kauravas y los Pándavas. Este parentesco le permitió conocer mucho acerca de los sucesos dentro de la familia real.
«Cuando las dudas me persiguen, cuando la desilusión me mira fijamente a la cara y no veo ningún rayo de esperanza en el horizonte, me dirijo hacia Bhagavad Gita y busco un verso que me reconforte.»
Mahatma Gandhi
«En la obscura noche de todos los seres despierta a la luz el hombre tranquilo, pero lo que para otros seres es el día, para el sabio que ve, es la noche.»
Bhagavad Gita, 2.69
Dhammapada
Por último, el Dhammapada, recoge las enseñanzas del Buda y nos ofrece un camino de vida a través de la ética y la moral. Con sus versos poéticos, el texto es una guía práctica para vivir con integridad y bondad, destacando que la verdadera sabiduría se alcanza manteniendo la mente y el corazón en paz frente a las adversidades.
El Dhammapada, es considerado como el texto cumbre del canon budista, consta de 423 versos en lengua pali, clasificados en veintiséis capítulos.
Con una antigüedad de cerca de dos mil trescientos años, ocupa un lugar eminente en la vida de los practicantes del budismo y también en el ámbito de la ética universal, puesto que recomienda la vida pacífica y no violenta, y afirma que la enemistad no puede ser vencida con la aversión, sino con la bondad.
«Como un lago puro, apacible y profundo se vuelve el alma del sabio que oye las palabras del dhamma.»
Dhammapada, 82
Estos tres textos no solo se entrelazan en su búsqueda de la verdad y la iluminación, sino que también iluminan diferentes aspectos del camino espiritual: la unión con lo divino, la acción correcta en el mundo y la ética de la vida cotidiana. Juntos, forman un tríptico espiritual que guía al practicante en su viaje hacia el autoconocimiento y, en última instancia, hacia la paz interior.
Así, al conocer las enseñanzas de los Upanishads, el Bhagavad-gītā y el Dhammapada, no solo seguimos los pasos de aquellos que nos precedieron, sino que también preparamos el camino para una comprensión más profunda de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
En próximas entradas, exploraremos cómo estos textos siguen influyendo en la práctica contemporánea del yoga y cómo pueden enriquecer nuestra experiencia diaria y, en particular, los textos más relevantes de la senda del Hatha Yoga que surgieron alrededor de los siglos VI y XV de nuestra era:
- «Hatha Yoga Pradipika» de Swatmarama
- «Goraksha Samhita» de Gorakhnath
- «Gheranda Samhita» de Gheranda
- «Shiva Samhita» de Shankara
- «Hatharatnavali» de Mahayogindra