En YUJ, entendemos el yoga como un camino de transformación que requiere integridad y responsabilidad. Por eso, hacemos nuestro el código deontológico para profesores de yoga desarrollado por Nil Hahoutoff, publicado originalmente como «Ensayo para una deontología profesional de los profesores de yoga» en la revista francesa «Carnets du Yoga» en 1979.

La Transmisión de un Tesoro Sin Precio

«El profesor de yoga es un instrumento de transmisión. Lo que tiene el inmenso privilegio de transmitir no tiene precio.»

Esta primera verdad fundamenta nuestra labor en YUJ: somos canales de una sabiduría milenaria, no sus dueños. Reconocemos que la enseñanza del yoga conlleva una responsabilidad sagrada. Nuestra misión es transmitir el yoga de forma íntegra, absteniéndonos de modificarlo según preferencias personales o conveniencias comerciales.

Esto no significa rigidez. Al contrario, adaptamos el lenguaje y las técnicas para que cada alumno pueda experimentar los beneficios del yoga según sus capacidades, sin perder la esencia de las enseñanzas.

Nuestra Relación con el Yoga

«De entre los deberes sagrados para con el Yoga, el primero es el respeto.»

El respeto se expresa profundizando en el yoga sin cesar, a través del estudio permanente y la práctica cotidiana. También asumimos la responsabilidad de protegerlo de falsas representaciones y de difundirlo con discernimiento.

En YUJ, servir al yoga es «la piedra de toque de todos nuestros criterios, actitudes y actuaciones» profesionales. Nuestro compromiso es servir al yoga, no servirnos de él.

El Profesor Consigo Mismo

El profesor se respeta a sí mismo como persona y como transmisor del yoga. «Se esforzará por ser siempre ejemplar, a la vez que nunca se mostrará como ejemplo.» Mantenemos una práctica personal constante y seguimos los Yamas y Niyamas desde una comprensión profunda.

En YUJ, nuestros profesores entienden que la transmisión del yoga no es una simple labor productiva, sino una misión que nos pone al servicio de nuestros alumnos.

Sobre la retribución económica, mantenemos el equilibrio que expresa Hahoutoff: «No es ni una vergüenza ni una traición a los intereses superiores del Yoga —que es imposible transmitir si no se puede vivir— que dicha transmisión constituya una fuente de ingresos.» Estos ingresos no solo cubren necesidades básicas, sino también formación continua, materiales de estudio y seminarios de perfeccionamiento. Sin embargo, «el honor de un profesional honesto consiste en dar preferencia al progreso de los alumnos y no al balance de sus ingresos.»

Relación con los Alumnos

La ejemplaridad es nuestra obligación absoluta. «Ser ejemplar significa dar ejemplo, no ofrecerse como ejemplo ni proponerse como modelo; ser el primero en seguir el modelo que propone el Yoga es la primera condición para proponer dicho modelo a los demás.»

Nuestro enfoque se basa en el respeto profundo hacia cada alumno:

  • Aceptamos al alumno tal como es, sin reprocharle jamás nada.
  • «Un profesor de Yoga no ejerce ninguna presión, no da órdenes, no obliga, no exige obediencia, no fuerza de ninguna manera. Su papel es proponer, mostrar, ayudar, despertar el interés, animar.»
  • Somos prudentes para que «ninguna palabra, ningún gesto, ninguna intervención pueda ofender al alumno y producir un reflejo de distanciamiento y decepción.»
  • Nunca somos intransigentes, aunque siempre señalamos con firmeza el verdadero carácter del Yoga Integral.

El prestigio del yoga nunca debe ser utilizado para fines personales: «A los profesores les estará totalmente prohibido servirse de este prestigio para otros fines que no estén al servicio del Yoga.»

Guardamos el secreto profesional con máxima discreción, demostrando «capacidad de olvido de los comentarios que estos últimos pudieran querer no haber hecho.»

Relación Entre Profesores

«Dado que todos los profesores de Yoga están al servicio de una misma gran causa se hallan en una situación de fraternidad entre ellos.»

Esta fraternidad implica «plena benevolencia, preocuparse por un mejor entendimiento entre sí, tolerancia, ayuda mutua» y la eliminación de críticas o comentarios que puedan perjudicar a otros profesores.

Si observamos que la capacitación de un compañero necesita mejorar, nuestra actitud justa es «avisar al interesado y, únicamente, como ánimo de ayuda fraternal, en vez de darle una estocada inducirle a perfeccionarse.»

Evitamos cualquier forma de competencia desleal, reconociendo que prácticas como captar alumnos a bajo precio «desacredita al profesor que actúa así, a la enseñanza, a toda la profesión y, finalmente, al mismo Yoga.»

Nuestra Relación con el Público

Nos comprometemos a dar una imagen verídica del Yoga, «ajustándonos a ella con nuestra vida, actividades, forma de ser, aspecto y manera de hablar.» Reconocemos la responsabilidad de servir de guía para una mejor comprensión de las leyes de la Naturaleza y los verdaderos objetivos del Yoga.

El Yoga es una ciencia universal, por lo que «cualquier persona que manifieste un deseo sincero de practicarlo no podrá ser discriminada en razón de sus creencias, religión o raza.»

Nuestra función nunca será desestabilizar los elementos culturales de quienes confían en nosotros, sino «contribuir de forma constructiva a su mejor inserción social ayudándolos a desarrollar y poner en orden sus facultades.»

Nuestra Relación con el Entorno

«La relación con el entorno del Yogui y, con mayor razón del profesor, vendrá marcada por la regla del primer Yama y el último Niyama: ahimsa —no dañar; Ishvara Pranidhana— ofrenda de todos sus actos a poderes superiores.»

Un verdadero Yogui sabe que forma parte de un Universo donde todo es interdependiente. Estas actitudes guían nuestra interacción con el planeta y nuestra organización como escuela.

Reconocemos que «cuanto más elevado es un valor, menos se presta a ser propagado de forma desorganizada.» Por ello, mantenemos una estructura organizativa sólida, respetando y cumpliendo con todas las obligaciones que la sociedad y las normas que nos rigen nos obligan.


Sobre Nil Hahoutoff

Nil Hahoutoff fue un influyente maestro y filósofo del yoga europeo que, en 1979, plasmó en su «Ensayo para una deontología profesional de los profesores de yoga» una visión pionera sobre la ética en la enseñanza del yoga.

Discípulo de importantes maestros yoguis y profundo conocedor tanto de las tradiciones orientales como occidentales, Hahoutoff comprendió la necesidad de establecer pautas éticas claras para preservar la integridad del yoga en su proceso de expansión en Occidente.

Su ensayo, publicado originalmente en la revista francesa «Carnets du Yoga», sigue siendo un documento de referencia para escuelas y profesores de yoga en todo el mundo. El texto refleja una notable sabiduría y equilibrio, especialmente en temas como la relación profesor-alumno, la compensación económica por la enseñanza, y la fraternidad entre profesores.

Como señala Swami Digambarananda (Danilo Hernández) en la traducción española del documento: «Creemos que tanta cordura y sentido común tienen hoy día total vigencia y serán de inestimable ayuda para todos los que nos dedicamos sinceramente a la enseñanza del Yoga.»

En YUJ, consideramos este código deontológico no como un simple documento histórico, sino como un compromiso vivo que guía cada clase, cada interacción y cada decisión. Solo respetando estos principios podemos honrar verdaderamente la tradición del yoga y servir a nuestros alumnos con integridad y autenticidad.

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