En una era donde el yoga se ha convertido en un fenómeno global, nos encontramos ante una paradoja fascinante: mientras millones de personas practican yoga en todo el mundo, la comprensión profunda de esta antigua disciplina parece diluirse mientras su profunda esencia a menudo pasa desapercibida.
Cuando pensamos en yoga, ¿qué es lo primero que nos viene a la mente? Probablemente la imagen de alguien realizando posturas complejas, o quizás la promesa de aliviar el dolor de espalda y reducir el estrés. Si bien estos beneficios son reales y valiosos, representan solo la punta del iceberg de lo que el yoga verdaderamente significa y puede ofrecer.
El yoga, con sus más de cinco mil años de historia, es un camino de conocimiento que se desarrolla en tres niveles fundamentales:
El conocimiento teórico (Jnana) se obtiene a través del estudio y la reflexión. Es cuando aprendemos sobre la filosofía del yoga, sus textos fundamentales y principios. En nuestras clases, este nivel se refleja en las explicaciones sobre las asanas, la anatomía y los fundamentos filosóficos que compartimos.
El conocimiento experiencial (Vijnana) surge de la práctica directa. Es cuando la comprensión teórica se transforma en experiencia vivida: sentimos cómo la respiración consciente calma la mente, experimentamos la conexión entre cuerpo y consciencia, descubrimos cómo una postura aparentemente física puede transformar nuestro estado mental.
El conocimiento intuitivo o trascendental (Prajna) emerge cuando la mente alcanza estados de claridad superior. Es ese momento en que la práctica constante nos lleva más allá del entendimiento intelectual y la experiencia personal, hacia una comprensión profunda y directa de nuestra verdadera naturaleza.
Estos tres niveles de conocimiento se entrelazan con los objetivos tradicionales del yoga. El primer objetivo es comprender nuestra verdadera naturaleza, más allá de las identificaciones superficiales. El segundo es desarrollar la capacidad de observar y gestionar nuestros estados mentales y emocionales. El tercero es experimentar la unión con nuestra esencia más íntima, ese estado de plenitud que los textos describen como samadhi.
En YUJ, integramos estos niveles de conocimiento en cada clase. El trabajo con el cuerpo (asana), la respiración consciente (pranayama), la concentración (dharana) y la meditación (dhyana) son puertas que nos permiten explorar estas diferentes dimensiones del yoga. Cada práctica es una oportunidad para movernos entre estos niveles de comprensión, respetando el proceso único de cada estudiante.
Cuando honramos y comprendemos estos diferentes niveles de conocimiento, cada práctica se convierte en una oportunidad para explorar la profundidad de esta disciplina milenaria.