En el espejo de la mente agitada, vemos solo reflejos distorsionados. Esta es la primera verdad.
La segunda es que podemos limpiar ese espejo.
El yoga no es gimnasia. No es solo respirar mejor o lograr flexibilidad. Estos son solo efectos secundarios. El verdadero propósito es más simple y a la vez más ambicioso: la libertad.
Cuando Patanjali define el yoga como «chitta vritti nirodha», habla de detener las fluctuaciones mentales que nos mantienen prisioneros.
La mente sin control es como un caballo desbocado. Te lleva donde quiere ir, no donde necesitas estar.
Nuestra promesa
La libertad comienza con esta observación: no somos nuestros pensamientos. No somos nuestras emociones. Somos la conciencia que los observa.
Las asanas son laboratorios donde aprendes a mantener la ecuanimidad bajo presión. Cuando puedes respirar con calma en una postura incómoda, estás entrenando para respirar con calma en una vida incómoda.
El pranayama te enseña que la respiración es el puente entre lo consciente y lo inconsciente, entre lo que podemos controlar y lo que nos controla.
La meditación no es forzar la mente a callar. Es crear las condiciones para que el silencio emerja naturalmente.
Entendemos que esta ciencia de la libertad funciona a tres niveles:
1. Libertad física: Liberar el cuerpo de tensiones y bloqueos.
2. Libertad mental: Observar los pensamientos sin identificarse con ellos.
3. Libertad existencial: Reconocer nuestra verdadera naturaleza más allá de las limitaciones.
Practicamos porque sabemos que la libertad no es un lugar al que llegar, sino una forma de estar en el camino. No es algo que obtendremos mañana después de mil posturas perfectas, sino algo que podemos experimentar ahora, en cada respiración consciente.
Como enseña la tradición: «El yoga no te aparta de la vida; te prepara para ella». La verdadera libertad no está en escapar del mundo, sino en relacionarte con él desde tu centro inmutable.
En YUJ no prometemos milagros instantáneos. Prometemos un camino honesto hacia tu propia libertad.
Om Shanti