
Hay momentos en que el yoga aparece donde menos lo esperas. No siempre lleva lycra ni sucede sobre una esterilla. A veces vive en las cuerdas de una guitarra y respira a través de los dedos de un músico que ha descubierto que tocar es otra forma de meditar.
Juan Diego Mateos, nacido en Cerro Fruto (Jerez), no es un yogui en el sentido convencional. Es un guitarrista que, tras décadas perfeccionando su técnica con maestros como José Tomás y Leo Brouwer, ha encontrado en su instrumento el mismo camino que otros buscan en las asanas: la conexión entre respiración, consciencia y presencia.
El Viaje Desde la Técnica Hacia el Alma
Su trayectoria musical lo ha llevado a actuar en escenarios de Estados Unidos, Japón, China, India y gran parte de Europa. Ha sido solista con orquestas como la Ciudad de Almería y ha tocado en festivales tan prestigiosos como el Festival de Música Española de Cádiz. Pero el viaje más significativo ha sido hacia adentro.
«No es tan trascendental hacer lo que tienes que hacer, es una cosa natural, como respirar», escribe en su «Cuaderno de Interpretación 2». Esta frase podría perfectamente formar parte de cualquier texto sobre yoga. Y es que Juan Diego ha descubierto lo que en YUJ llevamos años experimentando: que la práctica verdadera no está en la complejidad, sino en volver a lo esencial.
Roberto Aussel y el Momento de Claridad
En su libro, Juan Diego relata un encuentro revelador con el maestro Roberto Aussel. Al regalarle su primer «Cuaderno de Interpretación», Aussel le preguntó sobre qué trataba. La respuesta de Juan Diego fue pura filosofía yoguica: «Maestro, yo no sé nada de música, de lo que hablo es de la diferencia entre mover los dedos y tocar desde el alma.»
La respuesta de Aussel fue inmediata: «¡Oh! De eso no habla nadie.»
Este momento marca un punto de inflexión: el reconocimiento de que la música, como el yoga, trasciende la técnica para convertirse en un camino de conexión interior.
La Respiración Como Puente
Donde un practicante de yoga encuentra el pranayama, Juan Diego ha descubierto que la música respira. En su método, propone un ejercicio que cualquier yogui reconocería:
- Estar pendiente solo de la respiración mientras tocas
- Escuchar la música de fondo, manteniendo la respiración en primer plano
- Traer ambas al mismo nivel de atención hasta que se fundan en una sola experiencia
«Deja que la música marque el ritmo de la respiración y al revés. Deja que las dos sean uno», escribe. ¿No es esto dharana llevando a dhyana?
El Director Interior
Juan Diego habla del «director interior», ese testigo silencioso que observa sin juzgar. Los yoguis lo llamamos drashta, el observador. Él lo describe así: «El director interior es el que manda, el que sabe. Todo danza alrededor de su gracia.»
Es revelador que alguien que ha compartido escenario con artistas como Ara Malikian, Arcángel y Carmen Linares, haya llegado a esta comprensión: que hay algo más profundo que dirige, algo que trasciende al intérprete mismo.
La Mirada del Bebé
Una de las reflexiones más conmovedoras de Juan Diego es su práctica de «mirar como un bebé». Cuenta cómo, haciendo Chi Kung en un parque, se encontró con unas flores lilas que lo dejaron maravillado:
«Me vino el pensamiento de que si apareciese un bebé diría ¡¡¡ooh!!! Se me ha ocurrido practicar todos los días cómo miraría un bebé a todo lo que le rodea.»
Este guitarrista que ha grabado obras de compositores como Falla, Albéniz y Tárrega, propone volver a la inocencia primera: «El bebé no juzga, solo disfruta de manera inocente.»

Encontrar Tu Tempo
Quizás la enseñanza más yoguica de todas sea su concepto de «encontrar tu tempo»:
«Eso sería maravilloso. Si cada persona encontrase el suyo, sería una sinfonía perfecta. He encontrado el mío. Es una cosa inexplicable, sencilla, grande. No cambia nada y lo cambia todo.»
Esto es svadhyaya en estado puro. Es la búsqueda del ritmo natural que Patanjali describe cuando habla de encontrar sthira y sukha en cada postura. Solo que Juan Diego lo encuentra en cada nota.
El Arte de No Intervenir
Tras años grabando para Radio Clásica de RNE y actuando en los escenarios más prestigiosos, Juan Diego ha llegado a una comprensión profunda:
«¿Cómo debe ser interpretada una música para alcanzar la universalidad?», se pregunta. Y se responde: «Con el máximo esfuerzo para no intervenir.»
Como él mismo confiesa: «Cuando he conseguido estar en ese estado mientras tocaba, los matices se hacen solos, nada es forzado, en nada intervengo, tan solo lo disfruto.»
De Jerez al Mundo, del Mundo al Silencio
Juan Diego Mateos, ese niño de Cerro Fruto que se convirtió en concertista internacional, nos recuerda que el yoga no tiene copyright sobre la consciencia. Su colaboración con el compositor Francisco Javier Torres Simón, las obras dedicadas especialmente a él, sus conciertos por el mundo… todo ha sido parte de un camino que lo ha llevado a la misma conclusión a la que llegamos en la esterilla: que la maestría está en ser canal, no protagonista.
Su obra nos recuerda que cuando decimos que «el yoga es unión», no nos referimos solo a la unión en la esterilla. Hablamos de esos momentos en que, sea cual sea nuestra práctica, dejamos de hacer para simplemente ser.
Juan Diego Mateos actuará en YUJ próximamente


