
Hay un sillón vacío bajo una lámpara que ya no ilumina. La naturaleza se filtra por los cristales rotos, reclamando poco a poco el espacio que una vez fue nuestro. Y sin embargo, hay luz. Siempre hay luz, aunque no sea donde la buscamos.
Esta imagen, obra del fotógrafo Alberto Rubio Terrazas, nos confronta con aquello que preferimos no ver: la impermanencia, el inevitable paso del tiempo, nuestros miedos más profundos. Y precisamente por eso la hemos elegido para nuestro espacio.
Porque el yoga no es paz y armonía; luz y flores. No es solo quietud y mantras susurrados. El verdadero yoga es un viaje al encuentro de todas nuestras partes, incluso -y especialmente- aquellas que nos incomodan. Es sentarnos en esa silla vacía y observar cómo la naturaleza desmonta, pieza a pieza, nuestras construcciones mentales.
Bajo nuestro prisma, la obra de Alberto captura esta dualidad: la aparente decadencia que esconde una profunda belleza, el vacío que está lleno de posibilidades, la oscuridad que solo existe porque hay luz. Como en nuestra práctica, cada grieta es una oportunidad para que entre la luz, cada espacio abandonado es un territorio por redescubrir.
Cuando nos paramos frente a esta fotografía, muchos sienten cierto rechazo. Es natural. Nos muestra nuestras sombras, nos recuerda nuestra propia impermanencia. Pero ¿no es precisamente ese el trabajo? ¿No es ahí donde comienza el verdadero viaje?
Os invitamos a contemplar esta obra en nuestro estudio, a sentir qué os mueve, qué os remueve. Y os invitamos también a visitar la exposición completa de Alberto Rubio Terrazas en el Hotel Colón, parte del festival Maridarte 25 del 14 de febrero al 2 de marzo, donde el arte contemporáneo dialoga con la gastronomía de autor en los mejores hoteles de Sevilla.
Porque a veces, la verdadera luz no está en la lámpara, sino en la ventana rota que nos abre a nuevas posibilidades.